San Juan: Rica y en harapos

Por Natanael Santos

El escenario planteado por el diputado de la provincia de San Juan,  Frank Ramírez, ante la Cámara de Diputados, en el cual hace una petición sincera al Presidente Luis Abinader y a sus ministros, sobre la urgente e impostergable intervención estatal en su provincia, describiendo los niveles de descuido en que se encuentra la economía de la misma, nos obliga a reflexionar sobre la realidad provinciana y las medidas que resultan urgentes revisar para contribuir a reducir los niveles de pobreza y desatención  que la arropa. Es bueno recordar que la población que se encuentra bajo la línea de pobreza en la provincia es del 62% de sus habitantes.

En varias ocasiones me he permitido evaluar al liderazgo local de San Juan, caracterizado desde mi punto de vista, por ser oportunistas y aprovechados de los planes y proyectos que todos los gobiernos han llevado a cabo, pero siempre buscando soluciones individuales a sus problemas, olvidándose de las penurias de la gran mayoría de los productores pequeños y de la calamidad en que viven.

Gracias a Dios que Frank Ramírez, en su rol de fiscalizador, por su condición de diputado al Congreso, da visibilidad a los problemas de la quiebra económica de un pueblo, que se hace llamar el granero del sur, y todo parece que es un granero que se ha quedado sin granos.

El panorama apocalíptico que describe el diputado Ramírez, sobre la producción agrícola y la situación económica de sus actores, narrando que el gobierno tiene una deuda desde el 2021 hasta la fecha, de más de 500 millones de pesos con sus protagonistas (agricultores, dueños de maquinarias agrícolas y comercializadores o pignoradores), obliga a plantearnos si la matriz de producción y el futuro del valle tiene que estar exclusivamente sustentado en la agricultura, una actividad que resulta ser sumamente riesgosa.

La agricultura es una actividad muy vulnerable, veamos: una lluvia de menos o de más, una plaga o una enfermedad inesperada, la calidad de las semillas, la calidad y cantidad de aguas en los riegos que se aplican, el manejo pos-cosecha y los riesgos de daños en almacén y, sobre todo los vaivenes del mercado, que con mucha frecuencia obliga a la intervención y el auxilio estatal, situaciones que echan por el suelo la esperanza de los agricultores y la convierte en una actividad altamente riesgosa.

Es bueno explicar que esta actividad, si bien es necesaria, no debe ser la única para promover el desarrollo económico de una provincia, siempre que exista la potencialidad de diversificar los medios de producción e incrementar los ingresos y las fuentes de trabajo para su gente.

Lo penoso de esta situación es que, ante la posibilidad de saber si tenemos o no la oportunidad de cambiar el panorama existente, mediante la inclusión en la matriz de producción de la provincia la explotación minera, existe un grupo de sanjuaneros que, asumiéndose expertos en minería, y creyendo y haciendo creer a otros que las técnicas de explotación minera no han evolucionado, haciéndolas ambientalmente sustentable, le quieren negar la oportunidad a los pobretones de San Juan, de saber si es posible su aprovechamiento.

Muchos, preocupados por la gente pobre y por la falta de oportunidades de empleos que hay en la provincia, queremos saber si mediante la realización de ese estudio de impacto ambiental, es posible explotar o no, la mina Los Romeros, que se encuentra en las montañas de la zona norte de la provincia.

Si como dice el diputado Ramírez, Plan San Juan está a la deriva, una iniciativa del gobierno para paliar la situación de emergencia en que fue declarada la provincia en el año 2020, a la llegada del presidente Luis Abinader, entonces es imperativo que el señor presidente vea, si las oportunidades de desarrollo y crecimiento de la economía de la provincia, está en explorar mediante la realización del estudio ambiental, esta otra vía para crear empleos y mejorar la calidad de vida de los sanjuaneros.

Porque San Juan tiene su pobreza, hambrienta y cubierta en harapos, sentada sobre más de 3.2 millones de onzas de oro, algo sencillamente inaceptable.

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